SOBRE LA FELICIDAD

  SOBRE LA FELICIDAD .-  2 de Mayo 2020


El Adjetivo FELIZ viene  del latín felix, que significa “fértil”. Esta palabra tiene por tanto su raíz en el mundo agrícola, hasta el punto de que los poetas romanos llamaban árboles felices a aquellos que daban muchos frutos.
Grandes filósofos a lo largo de la historia han tratado de definir la felicidad y de estructurar caminos hacia ella, y esto ha sido así por ese deseo y anhelo profundo que tenemos los seres humanos de sentirnos felices. No se sabe muy bien de dónde viene este anhelo, pero está ahí. Hay quien dice que esto está conectado con nuestra biología y el instinto de supervivencia; el placer genera un impulso hacia lo que nos ayuda a sobrevivir como organismo, y el dolor un impulso a alejarnos de aquello que amenaza nuestra supervivencia.
Todo aquello que nos hace sentirnos felices nos da pistas de por dónde está el mejor camino para plantear nuestra vida.
¿Qué es la felicidad? Pues en primer lugar un estado emocional positivo cuyos matices pueden ser distintos y variados, al igual que lo son los colores y la luz de una puesta de sol. Esos matices van desde la alegría y el regocijo, al placer, la ilusión, el amor, el disfrute, la serenidad y demás estados emocionales positivos. Pero también, la felicidad es una guía que nos ayuda a plantear nuestra vida y a hacer el mejor camino posible en este viaje por el que vamos transitando a lo largo de los años.
Hay un hábito que realmente nos ayuda en ese deseo tan arraigado que tenemos los seres humanos de sentirnos felices. ¿Y cuál es este hábito? Pues el de apreciar conscientemente lo que se tiene.

El Aprecio es una de las cualidades de nuestro pensamiento más relevantes porque nos permite disfrutar de lo que hay en nuestra vida y valorarlo. Esto se aplica a todo: familia, pareja, trabajo, amigos, aficiones, comodidades, educación recibida, nuestro quehacer diario, las personas con quienes nos relacionamos y las contribuciones positivas que aportan a nuestra vida.
Es indudable que todos apreciamos muchas cosas de las que tenemos en nuestra vida y también es muy común apreciar lo que tenemos cuando lo perdemos. Así que la clave está en hacerlo frecuente y  conscientemente para tener muy presente en nuestra mente cada día todo lo que tenemos.

Estrategias de cómo encontrarla siempre…. Y sobre todo en tiempos difíciles como los que estamos viviendo.

-       Plantearse compromisos y propósitos vitales.

Felicidad es algo más que experimentar placer. Más incluso que alcanzar logros, que tener bienes, que lograr el éxito. La felicidad en tiempos difíciles pasa por recordar cuales son nuestros propósitos, qué significado le damos a la vida y clarificar, a su vez, cuales son nuestros compromisos.

-       Tener mente flexible y corazón resistente.

Se trata de ser flexibles. Si actuamos como un muro que no acepta lo que está pasando, difícilmente avanzaremos. Hay que tener calma, apertura y equilibrio interno.
También necesitamos un corazón resistente, manejando la autoestima y siendo capaz de reparar y coser las heridas  (resiliencia)

Lo curioso de las épocas complicadas es que nos van quitando capas. Nos retira el demonio de la prisa, el de las obligaciones y tareas pendientes y nos orienta hacia las cosas sencillas fuente auténtica de la alegría.

-       Practicar la Gratitud es una estrategia poderosa en situaciones difíciles, tener momentos de risa, de buen humor es fundamental,

-       La felicidad en tiempos difíciles se concentra en Momentos. Pequeñas pinceladas donde conectar con los nuestros, donde relajarnos con algo que nos gusta: música, un libro, dibujar, una película,…..


-       También hay que tener en cuenta y asumir, que la muerte y la naturaleza transitoria de todas las cosas es una realidad, una parte intrínseca de nuestra vida diaria. No obstante tenemos que hacer todo lo posible por aliviar el sufrimiento y saber que la vida nos empuja y obliga a continuar.


“¿Dónde está la felicidad? “ León Tolstoi
 Un zar, hallándose enfermo, dijo:
Daré la mitad de mi reino a quien me cure!
Entonces todos los sabios se reunieron y celebraron una junta para curar al zar, mas no encontraron medio alguno.
Uno de ellos, sin embargo, declaró que era posible curar al zar.
–Si sobre la tierra se encuentra un hombre feliz –dijo–, quítesele la camisa y que se la ponga el zar, con lo que éste será curado.
El zar hizo buscar en su reino a un hombre feliz. Los enviados del soberano se esparcieron por todo el reino, mas no pudieron descubrir a un hombre feliz. No encontraron un hombre contento con su suerte.
El uno era rico, pero estaba enfermo; el otro gozaba de salud, pero era pobre; aquél, rico y sano, quejábase de su mujer; éste de sus hijos; todos deseaban algo.
Cierta noche, muy tarde, el hijo del zar, al pasar frente a una pobre choza, oyó que alguien exclamaba:
–Gracias a Dios he trabajado y he comido bien. ¿Qué me falta?
El hijo del zar sintióse lleno de alegría; inmediatamente mandó que le llevaran la camisa de aquel hombre, a quien en cambio había de darse cuanto dinero exigiera.
Los enviados presentáronse a toda prisa en la casa de aquel hombre para quitarle la camisa; pero el hombre feliz era tan pobre que no tenía camisa».

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LA FELICIDAD

Este viejo cuento oriental nos dice que en el comienzo de los tiempos hubo una reunión de todos los dioses y que fue en medio de una amena charla cuando se les ocurrió crear el universo. Cada uno de ellos tenía una especialidad diferente, así que se dividieron las tareas y decidieron reunirse nuevamente para ver cómo iban las cosas.

Los dioses de la luz comenzaron a crear las estrellas y todos los objetos refulgentes del universo. Estaban tan fascinados que crearon primero algunas, luego cientos y después miles y millones. Eran verdaderamente hermosas y se veían espectaculares cuando contrastaban con el negro de la nada.

Los dioses de las profundidades no querían quedarse atrás. Así que diseñaron los planetas y, dentro de algunos de ellos, océanos profundos. A uno de los dioses se le ocurrió que sería magnífico crear mares de fuego, pero los demás pensaron que podría ser peligroso. Así que finalmente los crearon, pero los dejaron guardados dentro de algunas montañas. De vez en cuando dejarían salir para que iluminaran todo el panorama.

La creación de la vida

Había un grupo de dioses encargados de crear la vida, pero no lograban ponerse de acuerdo. La mayoría pensaba que lo mejor era hacer seres que no pudieran pensar por sí mismos. A uno se le ocurrió que lo mejor era crear una vida pequeña y fugaz.

Otro de los dioses pensó si crear una forma de vida ágil y llena de habilidades, además de hermosa.

Viendo aquello, otro de los dioses sintió que era mejor crear un ser que fuera más amable y cercano.

Pero no acababan de ponerse de acuerdo, ya que las formas de vida creadas no satisfacían sus expectativas

El hombre en el cuento oriental

Así que volvieron a pensarlo todo un poco mejor.

Por fin decidieron elaborar un plan lo más perfecto posible. Al nuevo ser le darían una inteligencia para que pudiera pensar y un corazón para que pudiera sentir. Pues no tenía sentido crear un universo si no había alguien capaz de admirarlo y al comprender su significado, sentirse feliz por ello

Fue entonces cuando uno de los dioses creó al hombre. Era muy parecido a ellos. Una vez lo hizo, todos vieron que el nuevo ser estaba desorientado. No sabía qué hacer, ni cómo existir. Entonces a otro se le ocurrió entregarle expresamente el don de la felicidad para que empezara a disfrutar.

Cuando lo hizo, el hombre se acostó plácidamente en un prado y se quedó contemplando las estrellas. Pasaron varios siglos y no se movía de allí. No hacía nada. ¿Para qué? Era feliz eternamente. En su corazón había dicha y no necesitaba nada más.

Las llaves de la felicidad

Viendo esto, el dios creador del hombre pensó que su compañero había cometido un error. Dándole la felicidad completa se había convertido en alguien pasivo, que no hacía uso ni de la inteligencia, ni de la sensibilidad con las que estaba dotado. No querían quitarle la felicidad, pero tal vez sería bueno ocultarla. Así el hombre se vería en la necesidad de buscarla, lo que sería bueno para él.

Uno de ellos propuso que la felicidad fuera encerrada en un cofre y que escondieran las llaves del mismo. Los demás estuvieron de acuerdo, pero no sabían ni en dónde poner el cofre, ni en dónde las llaves que lo abrían.

Después de una larga discusión, el dios creador tuvo una excelente idea y dijo: Lo mejor es esconder el cofre y las llaves dentro mismo del hombre. Así tendrá que conocerse para encontrarlos”. Todos consideraron que era lo mejor: “Pongamos el cofre de la felicidad en su mente. Así podrá encontrarlo mediante la inteligencia”. El dios de las profundidades añadió: “Guardemos las llaves en su corazón. La bondad les mostrará el camino para hallarlas”. Y todos estuvieron de acuerdo.

Este cuento oriental nos hace pensar sobre lo que ocurre cuando al hombre se le da la felicidad sin que luche por ella. Igualmente nos enseña dónde está esa felicidad y cómo podemos encontrarla.

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LA FELICIDAD.

Algunas de las definiciones que a mí me sirven respecto a lo que es para mi la felicidad.
Para el budismo  Felicidad son las experiencias enriquecedoras que se viven para lograr un objetivo, esta sensación después se disipa.
Para la Real Academia de la lengua es una grata satisfacción espiritual y física.
Para Lao Tzu  es vivir en el presente
Para mi es la ausencia de dolor

“Sobre la Felicidad.- Eduardo Galeano”

Nos convencemos a nosotros mismos de que la  vida será mejor  después  de  casarnos,  después  de  tener  un  hijo y entonces   después   de   tener   otro.   Entonces   nos   sentimos frustrados porque los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo sean.

Después de eso nos frustramos   porque   son   adolescentes   (difíciles   de   tratar). Ciertamente  seremos  más  felices  cuando  salgan  de  esta etapa.   Nos   decimos   que   nuestra   vida   estará   completa cuando   a   nuestro   esposo   (a)   le   vaya   mejor,   cuando tengamos  un mejor  carro  o  una  mejor  casa,  cuando  nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.”

“La verdad es que no hay mejor  momento para ser felices que  ahora.  Si  no  es  ahora,  ¿cuándo?  Tu  vida  estará  siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases: “Por largo tiempo me parecía que
la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre   había   algún   obstáculo   en   el   camino,   algo   que resolver primero,  algún  asunto sin terminar, tiempo por pasar, una  deuda  que  pagar.  Sólo  entonces  la  vida  comenzaría.

Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida”.

Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.”
“La felicidad “es” el camino; así que atesora cada momento que   tienes   y   atesóralo   más   cuando   lo   compartiste   con alguien  especial,  lo  suficientemente  especial  para  compartir tu tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie... así que deja de esperar hasta que bajes cinco kilos, hasta que te cases,  hasta  que  te  divorcies,  hasta  el  viernes  por  la  noche, hasta  el  domingo  por  la  mañana,  hasta  la  primavera,  el verano,  el  otoño  o  el  invierno  o  hasta  que  te  mueras,  para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz... la felicidad es un trayecto, no un destino.”

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“En  búsqueda de la felicidad”

¿Qué es la felicidad? –Se preguntaba una y otra vez Nico. ¿La felicidad se puede tocar? ¿Es de colores? ¿Brilla o es opaca? ¿Está en lo pequeño o en lo grande? Más aún ¿Dónde está y qué forma tiene? ¿Se comparte o es para uno solo? ¿Se da o mejor se recibe? ¿Quiénes son realmente felices?

Éstas y muchas otras preguntas se hacía el pequeño y como no tenía las respuestas, decidió preguntarle a los grandes. Eso lo confundió más aún.

Preguntó a sus padres, sus abuelos, sus tíos, los vecinos. “Son sólo momentos”, dijo uno, “Es compartir con amigos”, contestó otro, “Es estar solo” opino un tercero, un cuarto dijo que era tener hijos, otro que era tener un perro, otros viajar, algunos trabajar, unos descansar, otros no sabían y hubo alguien que llegó a decir que la felicidad no existía.

Nico volvía a preguntarse ¿Qué era la felicidad entonces? ¿Estar solo o acompañado? ¿Tener un perro o un hijo? ¿Trabajar o descansar? Y entonces, decidió ir en busca de la respuesta. De algo estaba seguro: la felicidad debía existir.

Tomó su mochila y salió decidido a buscar lo que tanto lo desvelaba ¿Por dónde empezaría? Nico pensó que la felicidad tenía mucho que ver con la risa y decidió ir al circo que quedaba muy cerquita de su casa. Hablaría con el payaso que siempre estaba contento.

Entró y lo encontró sentadito en el piso llorando. Feliz, lo que se dice feliz no parecía y no lo era en verdad porque al circo no le iba bien y lo cerrarían en poco tiempo. Nico se fue triste, pensando en que ni siquiera los payasos tenían la sonrisa asegurada.

Siguió su camino y se encontró con un amiguito de su edad y le preguntó entonces qué era para él la felicidad “Tener todo lo que quiero, sea lo que sea y en el momento que lo quiero. Prueba, verás qué feliz te sientes cuando te sales con la tuya”.

Nico decidió probar y se encaprichó con tomar un helado una noche de invierno y tal fue el berrinche que hizo, que su padre se lo compró. Con sorpresa, se dio cuenta que tener ese helado en la mano no lo había hecho feliz. Su padre había tomado frío, su mamá se había entristecido con su actitud y él no se sentía nada bien. Evidentemente, tener lo que uno desea a cualquier precio no era la felicidad.

En su caminó conoció gente pobre que aún con muchas necesidades era feliz y otros, que aparentemente lo tenían todo, menos la felicidad. Aunque también encontró personas ricas y felices. El tema de la felicidad era realmente confuso.

Conoció gente realmente bella que no era feliz y gente fea que sonreía felizmente todo el tiempo, no faltaron tampoco personas bellas y felices y los feos y tristes. Evidentemente, la felicidad no dependía del dinero, ni de la belleza, ni siquiera de la compañía, pues en su camino se había encontrado con gente que elegía la soledad y así era feliz

¿Entonces? ¿De qué se trataba la felicidad? ¿Qué era ser feliz? ¿Cómo encontraría la respuesta?
Creyendo que no había tenido suerte volvió a su hogar y, al regresar, lo invadió una sensación hermosa que, por otro lado, era la misma que sentía cada vez que estaba en su casa, con su familia y sus cosas.

Sintió aroma a pan recién horneado por su mamá, vio el sol brillando por la ventana, acarició a su perrito y en ese momento se dio cuenta que la respuesta estaba en él y sólo en él. Entendió que cada uno es feliz a su modo y que no hay una receta que nos diga cómo y de qué manera seremos felices. Lo que puede hacer feliz a uno, no necesariamente hace feliz al otro.

Comprendió todo: la felicidad puede tener aroma a pan recién horneado, puede tocarse si se acaricia a un ser amado, brilla si nos gusta el sol que se asoma por la ventana. Está en el lugar que nosotros le demos y no hace falta seguir un camino como quien quiere llegar a otro pueblo, porque el camino está dentro de nosotros mismos.
Nico dejó su mochila, abrazó a su mamá y se sentó a disfrutar de esa felicidad que ya no lo desvelaba, que había tomado forma, color, aroma y que además estaba en un lugar determinado, ni más ni menos que en su corazón.

Fin

En búsqueda de la felicidad es uno de los cuentos con valores de la escritora de cuentos infantiles Liana Castello sugerido para niños a partir de 8 años.

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Gibran Khalil

En ningún caso cambiaría las risas de mi corazón por las riquezas de las multitudes; ni me contentaría con convertir en quietud a las lágrimas de mi agonía interior. Es mi ferviente deseo que toda mi vida en esta tierra sea por siempre de lágrimas y sonrisas.

Las lágrimas que purifican mi corazón y me revelan el secreto de la vida y sus misterios,

La risa que me acerca a mis prójimos; Las lágrimas que me unen a los desdichados, La risa que simboliza la dicha de mi propio ser.
Prefiero mil veces la muerte feliz antes que una vida vana e inútil.

Un ansia eterna de amor y belleza es mi deseo; ahora se que los favorecidos no son sino desdichados, pero para mi espíritu los suspiros de los amantes son más reconfortantes que la melodía de una lira.

La flor envuelve sus pétalos al oscurecer y el amor la arrulla, y al amanecer abre los labios para recibir los besos del Sol anunciados por fugaces cúmulos de nubes que llegan y se van.

La vida de las flores es esperanza y logros y paz; es de lágrimas y risas.

Se evaporan las aguas y ascienden hasta convertirse en nubes que se arraciman en los picos y los valles; y al enfrentar la brisa, cae sobre los campos y se confunde con los arroyos que corren dichosos hacia el mar.

La vida de las nubes es una vida de reuniones y despedidas; de lágrimas y sonrisas.

Así el alma se separa del cuerpo y se dirige hacia el mundo material, transitando como una nube por los valles de tristeza y las montañas de felicidad, hasta que enfrenta a la brisa de la muerte y retorna a su lugar de origen, ese océano infinito de amor y belleza que es Dios.


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Buena parte de la tan  "resbaladiza"  felicidad pasa invariablemente por el sentido del humor.
He descubierto que para mi es  muy  importante en la vida.
Y a éste le gusta mostrarse, a veces esquivo, otras difícil de manejar o de entender y siempre siempre muy sanador.
Por eso he elegido este texto de Evaristo Torres,  compañero de cursos,  columnista de opinión en el Diario de Teruel y un gran Irónico, ocurrente y mordaz.

Espero que os guste. Y que pueda sacaros como mínimo una sonrisa.




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